“Lo único que tenía que hacer era salir de una de aquellas asquerosas tiendas, entrar en conversación con los primeros drogadictos que me encontrara y las cosas volverían a ser como antes. Pero, sin saber por qué no conseguía hacerlo. Porque no sabía realmente lo que quería. Pese a que me había dicho a mí misma, contemplando la forma de actuar de mi familia: --Pronto serás como ellos, te gustará ir de compras a los grandes almacenes. Antes de llegar a eso es preferible que te metas en un retrete y te des la inyección final--. Creo que si en esos momentos me hubiera encontrado con algún drogadicto, o drogadicta, que me hubiese dirigido la palabra, me hubiera marchado con él”.
“Hijos de la droga” Christiane F.
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