viernes, 28 de marzo de 2008

Puedes creerme; no he superado la catequesis, la cola de becas, el tedioso papeleo necesario para cada nueva acción, el caballo cortado con estricnina, la acartonada programación televisiva, los largos e incómodos viajes en bus para visitar a mis amargados padres, la agresividad del exceso publicitario, la resaca en un frío calabozo, los propietarios de mis numerosos pisos de alquiler, la coca cortada con gasoil, el despertador, los jefes obtusos y feroces, el gélido desprecio de los centros comerciales, las cenas a base de doble whopper, los interminables trayectos en metro con la espalda rota, la ketamina en polvo de fabricación casera, la pornografía misógina, el abordaje futbolístico, la hipocresía laboral, la manipulación de los telediarios, los subproductos, el coma etílico por alcohol edulcorado, las entrevistas de trabajo, la cocina con microondas, toda la rabia, el odio, las mentiras y la insatisfacción; puedes estar seguro, no he llegado hasta aquí para seguir como si nada. No, es imposible, ni quiero ni puedo ser tibio y apacible.

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